jueves, 21 de mayo de 2009

¿¿¿ A que no sabes a dónde he vuelto hoy???

Tan solo un abrir, un cerrar y un reabrir de ojos bastaron para despertarme de esta manera, en este lugar, bajo un inmenso manto de inconsciencia. Pensé que quizá un silogismo disyuntivo me podría salvar la vida, o al menos devolverme a mi propio yo, pero no ha sido así, nunca existió (y dudo que exista hoy) lógica capaz de arrancarme de este perpetuo estado de latencia.

Pensé que no volvería, me lo prometí, te lo prometí, se lo prometí al cosmos, se lo prometí a Occam a cambio de su navaja y también a Heisenberg hace ya cosa de un año, o dos, o tres, (creo que ya he perdido la cuenta de las veces que he intentado cumplir la misma promesa…) pero no ha podido ser, una vez más la agridulce e impulsiva entropía emocional que había conseguido dominar ha tomado las riendas de mi vida aun sin mi consentimiento y lo que parecía ser un margen de incertidumbre frente a un mundo ciertamente conocido se ha volcado y reestructurado dejándome tan solo un margen de realidad de situación desconocida, en medio de un inmenso mar de dudas en el que navegar .

La mera existencia humana nos lleva a amar la complejidad, y por ello un regalo tan versátil (¿o no?) como la razón se convierte en un arma de doble filo cada vez que pretendemos descifrar alguno de los miles de millones de sistemas que componen nuestro mundo… sobretodo, cuando dicho sistema pertenece a nuestro entorno más próximo, es ahí cuando sentimos como cada una de las relaciones bidireccionales que se establecen entre nosotros y todos aquellos hechos que nos afectan pasan a ser psíquicamente corrosivas, se nos escapan… y ni bien el entendimiento ni bien la experiencia son lo suficientemente fuertes como para anclar tantas explicaciones a nuestra vida, demasiado para nosotros, no lo soportamos, no lo soporto… Llegados a este punto asumimos que ese “don innato” conocido como razón puede ser buen compañero de viaje pero quizás no la brújula que necesitamos para llegar a puerto, y si al darnos cuenta de esto, además, la desconfianza se apodera de la razón. y no a la inversa, siempre podemos mirar hacia adentro, pero es que si aun así no somos capaces de encontrar siquiera nuestras propias coordenadas … solo nos quedan dos opciones: renunciar al trabajo que supone analizar la situación y reconstruirnos pedazo a pedazo hasta volver al lugar de partida (involuntaria pero partida a fin de cuentas), o bien intentarlo, buscar, buscarnos…

Yo he tomado la segunda iniciativa, aun no estoy segura de a dónde podré llegar, quizás sea preferible encontrar el Km 0 de mi existencia que regresar a la última etapa de coherencia que pueda hallar entre mis más profundos recuerdos, (he ahí un dilema sobre el que pensar, ¿reconocer o aprender? ¿retomar o reiniciar? ¿mirar u observar?) .

El tic-tac del reloj no se ha percatado de mi ausencia durante mi estancia en este nuevo oasis parasitario, sin embargo, su incorruptible precisión ha conseguido penetrar hasta mis entrañas como nunca lo hizo, al menos no mientras estuve lo suficientemente entretenida entre las redes de lo superfluo, en definitiva lo suficientemente entretenida como para no pensar… por cada uno de los pequeños golpes de aguja que mi reloj intrapersonal consigue dar, un reloj común (y probablemente el normal para aquellos cuya forma de pensar no hace de la relatividad más que una pérdida de tiempo carente de sentido) da aproximadamente unos 86.400, de momento los suficientes como para haberme percatado de la que será mi herramienta fundamental en esta nueva búsqueda transversal de mí misma.

Desde la transición dada entre mi yo más trascendental y el “todo” en el que no hago dejar más que una ínfima, molecular y, paradójicamente inerte parte como constancia, me aferro a la intersubjetividad, de lo único que soy consciente es de estar a un paso de la demagogia y a tres de la desesperanza, y de que tan solo la trayectoria trazada por una estela de consciencias ajenas puede conducirme a otro tiempo, en definitiva, al anhelado lugar que cada uno de mis despertares anda buscando desde hace un tiempo. Ya confesaba mi amor por lo complejo… y creo que el buscarme a través del resto es buena muestra de ello, cada ser forma parte de un todo y es imposible integrarse en dicha totalidad sin saber transitar por el álter ego del resto de personas que en cierta medida nos conforman a nosotros mismos. Desde hoy, por y para siempre… permanezco cara al viento, esperando inhalar miles de millones de células anticiclónicas capaces de hacer resurgir al alma indudablemente perenne que en mí habita, esperando alzarme y caer indefinidamente al antojo de la vida como parte de ella, como parte de todo, como parte de nada…

Sintiendo pequeños sistemas, pequeños latidos, pequeños pasos, inundándome de los más imperceptibles sonidos, de los más estruendos silencios (tantos, tantos, tantísimos silencios), que quizás nos puedan conducir al abismal éter, que quizás nos permitan perdernos, que quizás (y ojalá)… nos enseñen a encontrarnos.

¡Te espero tempestad! Te espero.

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