lunes, 11 de mayo de 2009

Ellas también mueren...

A veces no las vemos, otras nos damos cuenta de su existencia y respiramos indiferencia ante la misma, y ellas… pues ellas a juzgar por su estructura biológica no tienen la capacidad de percibirnos, sin embargo viven y mueren pudiendo ser tan sutilmente similares a nosotros que no nos damos cuenta. Vidas paralelas… fuerzas lejanas del abismo de lo inerte, hijos todos de la tierra, dependientes del agua, seguidores de la luz y almas sedientas de esencia, de esencia de vida, así somos humanos y plantas.

Cuando hace frío dentro, la vida cambia por completo, el universo se expande a su infinito y perceptiblemente eterno ritmo… y mientras entre todo este espacio lleno de vida se explota, ilumina, apaga, vuela, brilla, absorbe, construye, destruye, etc., nosotros nos limitamos a buscar lo ininteligible, lo inexistente y lo absurdo en un pequeño mundo enfermo y cansado de girar. Es entonces cuando nos indignamos, la ira y el miedo, fieles compañeros al final de nuestro viaje, nos recuerdan cuanto hemos buscado el néctar de la sonrisa que alguien o algo nos robó, y tan inútiles y tan humanos… no sabemos percatarnos de que hemos recorrido un mundo y elaborado los planos de un cohete que nos permita explorar más allá del mismo sin habernos adentrado antes en la pequeña parte que nos faltó investigar, en nosotros mismos.

Aún congelados podemos sentir a través de la escarcha, porque algo late, porque algo cuenta la historia que hemos dejado de escribir durante el tiempo en el que hemos estado perdidamente locos por el estimulante reencuentro de la coherencia del momento en que vivimos y lo deseado en el mismo y así sigue todo un ciclo interior que nos hace sentir árboles cubiertos de hiedra, debilitándonos progresivamente pero aún llenos de savia… ¡AÚN CON UN CORAZÓN!

Todo recorrido, dicen tiene un final, lo que no siempre dicen es que lo que realmente contemplamos es un comienzo, un trayecto aún por definir que tras el más salvaje naufragio haga brotar incluso al alma más marchita, no se trata de el paso a otra vida, se trata de partir nuevamente desde el Km 0 de la que ya andábamos recorriendo desde hacía mucho tiempo, tanto, tanto tiempo que siempre fue más del imaginado y menos del que creíamos…

Agua que no corre, viento que no cesa, semanas sin días, cielos sin estrellas, nubes sin vapor, ventanas que dan a la nada, tiempo convertido en arena y desiertos que parecen océanos, así transcurre la vida llena de misterios y falta de sentido, invadida de jardines y carente de flores, con mil cromatismos y sin embargo a modo de película en blanco y negro, al modo más humano jamás conocido, al modo más irracional nunca entendido y al modo más ciego aun sin falta de vista, todo ello porque la vida es un gran libro sin escribir y nosotros, escritores del mismo, plantas en un largo e inestable proceso de pigmentación.

(Miércoles 8 de agosto de 2007, 02:51 – Domingo 13 de Agosto de 2007 22:15)

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