Llevo meses observándome durante algunas horas del día, pidiéndome escapar de la escabrosa rutina manifestada en forma de lugares y personas que por momentos la hacen parecer incluso encantadora... y es que pocas cosas hay más peligrosas que pasar mucho tiempo con uno mismo entre las redes que vamos tejiendo y dejándonos tejer, ya que al final, de alguna manera, les cojemos un cierto cariño y les demostramos ese afecto con un "dejarnos estar". Total que entre tantos estados derivados del constante "ser, estar y estar siendo" le he propuesto (yo tan carente de iniciativa) a mi "alter ego" hacer una parada en la puerta de la más brillante de las estaciones, en el hogar dónde habitan juntas luz y brisa... dónde más que nunca necesito sentir para luego existir...
[Me ha dicho que sí, me prometió que mañana estaría perdida y que hasta cerrar el Miercoles no me dejaría encontrarme...]
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