miércoles, 30 de junio de 2010

La sociedad de plexiglás...

“Ella es de plexiglás y por eso me gusta más
está hecha de metal y por eso me gusta más”


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Lo cierto es que no se me pasa por la cabeza en qué podría estar pensando el culpable de la letra de la canción de Aviador Dro “La chica de plexiglás” hace ya bastantes años, sin embargo, (lejos de la perspectiva electro-futurista que siempre caracterizó a este grupo) no puedo escapar de esta pegadiza canción cada vez que veo a personas deambulando bajo la conquista de la aclamada cirugía estética que parece lograr cada vez más adeptos en nuestra sociedad occidental. Labios sexys, pechos exuberantes, cuerpos impolutos, tersos, suaves, limpios, impermeables y envasados al vacío, ¡oh dios! ahí tenemos a la nueva creación de la “No Madre Naturaleza” personas de lo más cool, estilos de lo más trendy y por desgracia (y en contra de toda virtud), seres carentes de un autoestima ajustado.

No me malinterpreten, no pretendo juzgar a aquella persona cuyo insuperable complejo derivado de algún rasgo físico le hace llegar a la meditada decisión de cambiar aquel detalle que le supone un verdadero conflicto más personal que interpersonal. Dónde quizás siento que algún dedo toca mis llagas es en el segundo apartado, aquel en el que los impuestos cánones de belleza que nos caen como bombas desde los medios de comunicación de una manera masiva se apoderan de nosotros llegando a influenciarnos hasta permitirnos a nosotros mismos cambiar la evolución de la razón, la mejora de nuestro autoconcepto y el crecimiento individual que durante todo nuestro proyecto de vida alimentamos, por una involución cuyo resultado parece andar hacia la despersonalización del “yo” consiguiendo así resurgir y sentirnos “alguien”, un nuevo “alguien” resultado de una ecuación que termina por anular la variable inicial, la construcción de la identidad personal. “Gracias” a esto pasamos a ser dueños y protagonistas de una variable cambiante, lista para ser lanzada al mercado y para satisfacer a la sociedad de cara a la que hemos crecido, de manera previa que a nosotros mismos, ya sea por formar parte de la más aceptada media o por conseguir ser diferente a ella a cualquier precio.

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Este blog toma constantemente distintas direcciones, y a pesar de lo inestable que pueda parecer el transcurso del mismo según las temáticas abordadas me parece un reflejo bastante exacto de las personas que aquí se deciden a aportar cosas, porque nuestros pensamientos son tan cambiantes como el color del hilo que siguen estas entradas y porque como alguien dijo alguna vez “en la variedad está la riqueza”. Ya al margen de esto últimamente me he visto involucrada en distintas conversaciones con personas que o bien han cambiado parte importante de su físico de manera reciente, o bien tienen la intención de hacerlo y están al tanto de las más innovadoras técnicas que proporciona la cirugía del “tú para poder ser yo”. No menos cercana me he visto ante casos de adolescentes que a edades cada vez más tempranas caen en el caos sin retorno de los trastornos alimenticios, y es que además no es posible olvidar también a chic@s que ante la no aceptación de sus estilismos, metabolismo o conductas se agreden a sí mismos para canalizar la frustración obtenida, todos estos son ejemplos situacionales que en conjunto me han llevado a dedicar más tiempo que nunca a reflexionar sobre esta realidad, a leer ciertas cosas sobre la misma y a escribir inevitablemente influenciada por todo ello. Durante esta búsqueda tan interna como externa me he parado a leer algún artículo que otro sobre las distintas concepciones de belleza o del cuerpo en sí, llegando a existir personas que hacen del mismo un lienzo sobre el que crear, con el que expresarse y llegar a criticar mediante performances aquellos cánones a los que de manera sosegada y prácticamente inconsciente nos sometemos a diario ya sea desde la nutrición, desde los gimnasios, desde el arte del “make up” o cualquier otra tarea que nos ayude a esculpir nuestra persona a gusto del consumidor. Un claro ejemplo de esto es Orlan, quien utiliza el “arte quirúrgico” de manera que “cuestiona el cuerpo como objeto de belleza, estandarizado”.

Citaré textualmente a continuación bajo una de sus creaciones unas palabras de esta mujer que nos revela una parte del arte quizás menos explorada y conocida pero sin embargo de las más impactantes. En la imagen se contemplan la especie de protuberancias que se hizo “incrustar” a los lados de su frente y que destacó para su obra con una tonalidad plateada, obteniendo un resultado que poco tiene que ver con el concepto de belleza concebido en la cultura occidental y capaz de provocar sensaciones que van desde lo cómico hasta lo grotesco.

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“A veces percibo vislumbres del horror que conlleva la normalidad. Todos estos inocentes que nos encontramos por la calle están agobiados por el terror de su propia vulgaridad. Harían lo que fuera con tal de ser únicos.”


Desde mi punto de vista, esta trama que desde distintas ópticas obtiene adjetivos tan variopintos como problemática, innovadora, adaptativa, irracional, superfical, aterradora o maravillosa, en definitiva, no deja de estar estrechamente ligada con la formación de las distintas identidades que en conjunto forjan una sociedad y las cuales son multidireccionales puesto que no dejan de ser un proceso que anda regulándose entre constantes “feedbacks” procedentes de nuestra familia, nuestros iguales, nuestra cultura, nuestro contexto en general y todos los factores que fluyen en el mismo, haciéndonos tener una concepción de lo agradable y aceptable muy distinta a la que tendríamos de haber sido partícipes de otro proceso, de otro proyecto de “autoidentificación”.

Por todo esto me preocupa y me alegra a la par saber que como todo sistema, este está sujeto a modificaciones que se pueden dar desde los diversos ámbitos que aquí se presentan como “pilares de intercambio”. Entre ellos y probablemente de una manera básica y especial, se puede y debe actuar desde el ámbito de la educación, una de mis mayores pasiones y por ello fuente de diversos quebraderos de cabeza entre sus funciones y disfunciones, un área en la que muchas veces a pesar de enseñar a sumar, leer, restar y por supuesto a comprender y expresarnos, nos olvidamos de educar para ser críticos, objetivos y de esta manera un poquito “más mentalmente fuertes”. Porque en la crítica no deja de nacer parte importante de la comprensión y previa o posterior expresión, porque de no haber sido por muchas personas que supieron utilizarla para generar una crisis y con ella un cambio, no habríamos evolucionado culturalmente y en otros muchos aspectos, y porque además, de haber existido el doble de personas que lejos de la cobardía se atrevieron a analizar y reestructurar lo que se les daba más que “masticado” desde la sociedad de la que formaban parte, habríamos crecido ya el doble.

Con todo este “rollo” no quiero más que concluir en que si cada individuo quiere entrar en un quirófano y salir estupendamente antes de probar otras soluciones más saludables o habiéndolas probado ya, sea totalmente libre de hacerlo, pero bajo la obligación de crecer a la par mentalmente, de saber para quién hace el esfuerzo de poner el cuidado, la manipulación y explotación del propio cuerpo en manos ajenas. De saberlo además bajo la inminentemente necesaria y moral obligación de cuestionarse si el problema está fuera o dentro, de sentarse frente a la realidad de que toda carne algún día será carnaza que quedará ajena a todo el trabajo personal discutido e impuesto desde los escaños de la mente y del alma, y que de no haberse elaborado esto último no habrá con qué cubrir tantas carencias olvidadas y escondidas en el tiempo mediante el destierro de la capa más superficial de la propia identidad, dejando un vacío con su arrastre que tal vez en un momento dado nos haga dudar sobre quiénes somos y quiénes hemos querido ser realmente por y para nosotros mismos.

En definitiva nos queda esperar que el individuo como tal sepa quién es desde un principio y qué aspectos forjan su completa identidad para que al entrar a la sala de operaciones lo haga asegurándose de que cuando salga de la misma el todo seguirá siendo más que la parte y que no será la parte quién domine por tanto al todo, que no hay nada más natural y perfecto que ser uno mismo y quererse como tal por encima de desperfectos y de sus respectivas modificaciones.



P.D.: que conste que en contra de la hipocresía he de confesar que yo también he maldecido alguna que otra foto diciéndome: madre mía, bendito photoshop, benditos entrenadores personales, benditos estilistas personalizados… ¡MARAVILLOSO MUNDO DE PLÁSTICO Y CRISTAL! Pero eso sí, sin olvidar quien era y sobretodo quien quiero ser. De la misma manera puedo afirmar que no todas las personas que conozco que han acudido a la cirugía estética han dejado de tener claro quiénes eran, algunos han logrado incluso verlo más claro, supongo que en todo se puede encontrar alguna paradoja y esto no iba a ser menos.

[“ En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del ALZHEIMER. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará de para que sirve “ Drauzio Varella – Premio Nóbel Medicina]


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